5. ITV Y CEMENTERIOS.
"Ningún hombre es una isla, algo completo en sí mismo; todo hombre es un fragmento del continente, una parte de un conjunto". (John Donne).
¿Puede haber una mejor combinación de realidad que compaginar la visita periódica del vehículo familiar con la del culto a los propios muertos? Pues va a ser que no.
Por si no me conoces ya te lo digo yo. Soy de planificar mucho. Pero son de los acontecimientos que surgen sin previa organización, de aquellos que recaudo la mayor parte de experiencias positivas para mí inteligencia emocional.
La inteligencia emocional, a priori y sin efectivo monetario (hay quienes la explotan como coach), solo sirve para que los demás te vean como una persona medio decente, que consigue comprenderlos siempre. Pero lo escribo muy en serio... yo elijo esa inteligencia, a cualquier otra, después de todo en el día a día y en las relaciones humanas es la que nos ayuda a ir más allá. O eso pienso yo.
El caso es que para alguien tan metódica como suelo ser, es en el caos, donde siempre suelo obtener los mejores resultados que me ayudan a crecer emocionalmente y salir bien parada en mis enfrentamientos internos y sociales.
Todo empezó la otra noche cuando tuve una bronca descomunal con mi marido. Desde hace ya demasiado tiempo es el pan nuestro de casi todos los días. Hemos llegado a ese punto que llegan muchas parejas, cuando ya perdida la complicidad del enamoramiento, solo les une el cariño de ser familia. Junto a todas aquellas cosas que han creado juntos. Esas que son más valiosas, en si mismas, que la propia felicidad de ambos como individuos.
Como a muchos otros, las dudas nos surgen al cuestionar que la ausencia de un trabajo y la inestabilidad que eso produce, coarta otras posibilidades haciendo que sean inviable el hecho de poner fin a la convivencia. Como a otras parejas , nos lleva a cuestionar si tomaríamos otros caminos de tener medios apropiados. Tal vez entonces si elegiríamos no tener que aguantarnos todo el rato y cada cual asumiría su parte de individuo por su lado... o tal vez no.
Sin ciertos recursos, la duda queda en el aire y no nos queda más que como dice mi hija: "os vais a tener que soportar como sois, porque con vuestra realidad económica y nuestra situación vital familiar, no es viable un divorcio ahora".
Dicho lo cual, y como no somos un matrimonio exclusivo, sino más bien uno de muchos usuales dentro del sector social al que pertenecemos. Nos aguantamos a tiempo completo. A veces valorando mejor quienes somos y otras discutiendo y tensando las situaciones más absurdas. Como la de esa noche, que ahora ni recuerdo porque empezó. Pero si que por la mañana él no me dirigía la palabra con el enfado.
Me costó dormir aquella noche y me quedé dormida para llevar a mi hermana al trabajo. Si mal terminó el día, mal empezaba. Eso sin contar que teníamos la ITV del coche, con el cual estamos liados desde agosto para poder pasarla. Ser pobre es una mierda. Se avería algo y el presupuesto nunca llega para arreglarlo como se requiere. Era la segunda vez que tenía la inspección. Una cosa gorda que ahora ni me apetece contar.
El caso era que como él se había levantado en plan borde, me dieron ganas de serlo más y dejarle con el marrón de la ITV. Estaba muy nervioso y habíamos quedado en que me encargaría yo del asunto, ya que me trajino mejor a la gente y necesitábamos que el inspector no metiera la cabeza a mirar el cuadro del panel de mandos. Ya que no se veían bien los kilómetros y nos habían solicitado cambiar el panel.
Total que no quise ser muy cabrona y al final fui con él. Menos mal. Porque cuando íbamos a mitad del camino, el coche se calentó un huevo (eso no tenía que ver con la avería previa) el chivato de alarma se activó, el capó echando humo, y él que casi ocasiona un accidente con los putos nervios. "Luces de emergencia, no te atorrulles, para a un lado, despacio, la gente se aparta si ve que vas en ese sentido".
Menos mal que no me pudo el ego cuando me levanté esa mañana. Si no, ni ITV, ni hostias. Allí que estaba con esa cara de sobrepasado que se le pone. A diferencia de mi a él no se le dan bien las situaciones que se escapan de su control. Le dije que el humo era del radiador, pero empezamos a discutir porque daba por sentado que si el día antes había mirado los niveles, eso debía salvar un incidente como el que teníamos. Al final yo tenía razón. Supimos después que era un manguito.
Pero la situación entonces, era para poner de mala leche a cualquiera. Veinte minutos para llegar a la cita de la inspección y el coche oliendo a chamusquina. Sin fondo en la cuenta del banco (hago está mención porque sin ella quizás no se entienda) el porqué llevamos de ese modo el coche a pasar la ITV, rellenando el depósito de refrigerante a cada rato. en lugar de llamar a la grúa y desistir. No nos podíamos permitir más gastos.
Pues allí estábamos los dos. En el carril de acceso a la inspección núm 2. Mi marido con cara de ir de parto. Yo con la mala leche ya a tope. Cuando nos tocó se bajó con tanto nerviosismo, que tiró todos los papeles a los pies del inspector técnico en lugar de dárselos. Mientras yo dentro del coche, me preparaba para la actuación y la revisión.
Hablar distrae. Funciona, aunque parezca una gilipollez. Y allí estaba yo haciendo mi mejor papel de mujer ingenua que no sabe de nada. Tratando de distraer al operario que solo tenia que revisar tres cosas en esa ocasión. Asi que me premió con lo más fácil que dió por hecho que sería capaz de hacer. Claro que yo no había dejado nada al azar. Porque le pasé mi scanner desde que lo vi aproximarse.
Me preguntó por los kilómetros y le dije que no los veía (en la anterior revisión nos dijeron que había que cambiar el cuadro entero, que no valían modificaciones. Pero ese modelo ya no se fabrica y era el tercero de chatarrería que nos habían modificado después de estar en cinco talleres). Y me suelta en plan graciosillo que me quite las gafas de sol. Que dentro no debia de ver nada con ellas. Solté una de mis risitas y le dije que no, que como me las quitase entonces si que no vería nada, porque eran progresivas y que estaba en mi periodo de adaptación, teniendo que recordar cómo mirar para enfocar el cerca.
Fue entonces cuando se cambiaron los papeles y el ingenuo fue él, pero de verdad y no fingido, porque me empezó a contar que llevaba dos días con sus gafas, que le han subido tres dioptrías de golpe y que no lo lleva bien. Pensé: "iluso, si supieras que ya sabía yo que ese brillito de tus lentes cantan a kilómetros que son nuevas". Normalmente voy dos pasos por delante de una gran mayoría. Aunque eso no quita que de vez en cuando me pegue las hostias más gordas que nadie. Pero aquella mañana no fue una. Ya que se fio de mi super visión con gafas progresivas y no metió la cabeza a mirar él.
Al terminar me hizo parar el motor frente al puesto de ordenadores donde estaban otros dos manipulando los datos en los pc. Los tres intercambiaron opiniones de los coches que acababan de mirar. Uno dijo algo de la factura y el mío respondió que estaba correcto. Admito que tenía el corazón en un puño porque si me la pedían no la tenía, ya que habíamos montado la pantalla con dos cuadros.
Estaba conteniendo la respiración cuando veo a mi marido esperándome en la salida,moviéndose de un lado a otro. El disimulo no forma parte de su equipamiento de serie. Los otros tres que se percatan también de su presencia. Hacen un comentario que no alcancé a oir. Supuse que sería de esos que dicen los tíos cuando se sienten superiores dentro del área de confort que les otorga el grupo. Ya sabes, es cuando sueltan las típicas frasecitas de machitos. Pues en esas estaban, mientras mi operario me devolvió la documentación. Le agarré los papeles y con el aprobado en mano, me anticipé unos segundos a saborear el placer del triunfo, imaginando lo que iba a pasar a continuación. Porque esa es la mejor parte de ser yo, la que más disfruto cuando soy canalla, jejeje....
—No se olvide el marido, a ver si lo va a dejar en la puerta". Fue una de las frases que dijeron en tono más alto. Lo hizo dirigiéndose a mi uno de los que estaban sentados, mientras los tres con risitas sarcásticas rieron afirmándolo. "Ea... pues prepárense" pensé yo. Porque allá que iba la respuesta de la Señora ya que el término Misstres, para mi gusto, está sobrevalorado.
—Pues va a ser que no. No le puedo dejar olvidado. Porque me encanta que mi marido mire, mientras manejo a mi antojo a otros hombres.
No te puedes hacer una idea como sonó la ausencia de risas al unísono.
Jejeje...
Ni te cuento las caras. Serios de golpe. Como entre: de qué va ésta, ¿he oído bien?. Expresiones de sorpresa. Incertidumbre. Las miradas rápidas entre ellos.
Si dijeron algo más, no les escuché, estaba arrancando y disponiéndome a recoger a mi marido. Que aunque he de decir, que me daban ganas de pasar acelerando y dejarlo allí, soy una Señora en toda regla. Además no hubiese llegado muy lejos, porque justo al salir del recinto, tuvimos que parar y rellenar de nuevo el deposito del radiador.
Las discusiones entre ambos volvieron a hacer acto de presencia cuando al pasar junto al muro del cementerio (éste queda lejísimos de donde vivo) le dije que iba a aprovechar la cercanía parar a recoger la jardinera de mi madre y limpiar la lápida.
No la había ido a arreglar para los Santos. Sí, habían pasado las fechas más importantes del culto a los muertos y yo no había ido a adecentar la tumba de los míos. Algo poco habitual, ya que soy de costumbres y tradiciones. Sin embargo los días previos a la festividad mientras los que como yo, se dedican a rememorar a los suyos con el aseo de las tumbas y las flores. Mi salud anímica me había impedido ir a cumplir con lo que yo creo que es una costumbre que nos une a nuestra historia como animales de familia y nos diferencia de las manadas.
Mi marido no queria parar y volvimos a discutir. Él es de los que mientras no soluciona un incidente no se pone a solucionar otro. Yo en cambio si veo que se puede no dejo nada atrás. De todos modos el coche iba a seguir perdiendo líquido sin que influyese parar en el cementerio o no.
Para mí sorpresa había muchas más tumbas sin arreglar de las que había supuesto. Es obvio que ya las nuevas generaciones son cada vez más reacias a las tradiciones populares. Mientras atravesamos el Campo Santo, apenas nos cruzamos una docena de personas. Un operario del lugar. Un par de señoras mayores acompañadas tan solo por su cubito de plástico. Un abuelo sentado en un andador frente a una lápida mientras su hija (o la señora que lo cuida) colocaba flores en la tumba. Me hizo recordar a mí padre y a mí los primeros años de perder a mamá. Ahora ya ni quiere ir al cementerio, cada vez es menos él, la enfermedad me lo está quitando poco a poco. Algunos familiares de étnica gitana renovando flores mustias por frescas...
Pensé que hemos pasado de ser humanos a ser máquinas con fechas de obsolescencia. Como meras máquinas de producción. Similar a la situación con mi propio coche, que en la anterior revisión el operario le había dicho a mi marido que si no conseguía un panel de mandos homologado tendría que cambiar de coche. Así de fácil que lo expresó el tipo, seguramente porque ya era conocedor de que no se fabrican paneles para coches tan antiguos.
Pero a ver... somos gilipollas o , qué. ¿Es que solo vale consumir, producir y generar más consumo? Y si es a toda leches, evitando momentos que nos ayuden a relacionarnos de un modo pausado, de modo que nos permita rememorar momentos ya compartidos, mejor. No sea que recordemos de dónde venimos, hacia donde vamos, y nos de por echar el freno.
No me gusta el rumbo que están tomando los nuevos movimientos conductuales. Y siento tristeza al pensar en la forma de relacionarnos que tendrán las generaciones futuras. Tantos siglos de evolución para convertirnos en la especie menos humanizada y más idiotizada de la naturaleza. Aceptando como válidas todas las costumbres de quienes manejan los hilos y que nos ponen delante formas de pensar, haciendo que lleguemos a aceptarlas como algo propio.
Lo peor es que estamos dentro de esa vorágine y cada vez cuesta más ser fiel a principios caducos y pasados de moda que casi nadie ya entiende. Ser el diferente, el raro y a veces hasta el hijo de puta del erre, que erre. El de pensamiento obsoleto y poco práctico... Manda huevos.
Me preguntó si alguna vez las chatarrerías y los cementerios, llegarán a estar adosados en un mismo lugar, tal y como están los negocios de restauración en los centros comerciales junto a las tiendas. A fin de cuentas cada vez seremos más parecidos a nuestros cacharros, bultos funcionales sin voluntad que un día serán reemplazados por otros, o por conceptos inventados que nos abducciran haciéndonos olvidar quienes fuimos y hacia dónde quisimos ir.
Vivo en una
ResponderEliminarisla, y soy
hombre ,
que te parece?,
si es que eres
una señora en
toda regla ,
hasta las
dominas lo
son .
Opciones siempre hay, otra cosa es que se esté dispuesto a asumir las consecuencias, a que las opciones gusten menos que lo que hay, a que se sea suficientemente valiente, para dar un paso que puede traer consigo tomar decisiones que pueden afectar a otros...
ResponderEliminarCada uno sabe lo que tiene y lo que en principio parece mejor para sí, y los suyos, y no existe para esto una ciencia exacta, y desde luego cada uno actúa frente a una situación así de diferente manera, y todas tan buenas o malas, pero cada uno debe tomar la suya, porque es cada persona la que va a tener que asumir las consecuencias de sus acciones.
Me recordó la parte de la ITV y el cementerio a un meme que vi hace poco, en el que aparecen 2 señales indicadoras de direcciones, en 1 viene anunciado: Residencia de ancianos y justo debajo sala de despiece
El otro cartel más normal iglesia y justo debajo cementerio
Besos, guapa
Tu entrada me ha recordado cuando trabajé en la ITV de mi ciudad. Las anécdotas son incontables y variadas. Los había que venían con el coche hecho una puta mierda y encima intentaban pasar la inspección. Jajaja, yo era incapaz de atender a esas personas porque me resultaba muy difícil contener la risa con las películas que te contaban. Acababan viniendo tantas veces que hasta les poníamos un mote: "el abogado", "la terremoto", "el duende", "la perra loba", etc. Con algunos incluso nos encariñábamos.
ResponderEliminar