12. Seville to Madrid ---✈ (II).
Tenia pendiente el terminar de contar cómo fue mi aventura en los madriles, que aunque breve dio para mucho y para no variar, me divertí más. Porque si algo he aprendido a lo largo del último medio siglo, ha sido que la vida es demasiado corta para no ser una misma y actuar sin miedo al qué dirán.
Así que eso fue lo que hice también en aquel viaje relámpago. Desde el minuto uno, me dije a mí misma que lo iba a disfrutar y le advertí a Lucy de que no me pensaba poner ningún filtro. Cuando digo lo de no poner filtro va con todas las consecuencias de actuar tal cual se es. Me gusta la gente espontánea, sana, que hace o dice lo primero que se le ocurra con el único propósito de divertirse y ser feliz sin malos rollos para el resto cuando es el momento de vivir el instante. Mi forma de ser calza mucho con eso.
Te cuento que antes de llegar al momento donde dejé el último post. Hubo unos instantes aún más surrealistas que el hecho de estar camino de Vallecas en un Uber sin saber dónde nos íbamos a meter las dos. El miedo estaba un poco jugando con nosotras a las escondidas, entre las emociones y la duda. Nos faltaba saber si era cierta la mala fama adquirida debido a las bandas conflictivas, que han hecho de ciertas zona de barrios como Vallecas, su campo de juego. Pero antes de llegar allí está el instante en que por fin bajamos del avión y tras hacer una marcha infinita por el aeropuerto llegamos a las puertas correderas del acceso exterior a la zona de llegadas.
Los de mi quinta seguro que me entienden si digo que crecimos viendo como en diciembre por la Primera Cadena de televisión, y en las zona de llegadas de los aeropuertos, los periodistas metían la alcachofa a las familias que se reunían y en los anuncios nos ponían el "vuelve a casa por Navidad" de los anuncios del turrón El Almendro. Pues yo nunca viajé por esas fechas, ni pude experimentar aquellos momentos que cada año previo a la Navidad nos retrasmitían. En mi casa había abuelos dependientes que nos limitaron de vivir ciertas experiencias que eran comunes para otras familias.
De niña me imaginaba viviendo ese momento que cada año por las mismas fechas veía por la televisión vivir a otros. Y bueno... obvio es que lo recordé justo cuando me vi en la zona de llegadas del aeropuerto con los adornos ya colocados de las próximas fiestas. Lo que no me esperaba es que cuando las puertas se abrieron la gente presente esperado iban a ser en gran mayoría personas hispano latinas. Se notaba que muchas esperaban a sus familiares (por las fechas) y la otra gran parte eran trabajadores uniformados con cartelería para recoger a clientes.
El caso es que mi Lucy me recriminó que para quien no me conozca de verdad, ciertos comentarios que hice al pasar la zona de llegadas, podían hacerme parecer "una puta racista". Sí, así no expresó. Pero es que yo soy como soy. Y solo lo hago con maldad de la mala, si me paro a pensarlo. Así que lo que piensen de mi por mi naturaleza espontánea, pues como que me importa un pimiento. Soy una persona sana, friki, pero sana y no necesito preocuparme de más.
¿Qué quieres que te diga? Me sorprendió ver tanta gente de la misma cultura reunida allí y tuve la sensación de estar aterrizando en otro país diferente. Así que solté un: "hostias, ahora se lo que se siente llegando al Machu Picchu, es como aterrizar en Perú". Mi Lucy que se toma todo lo mío a la tremenda me atravesó con la mirada y me soltó algo como que era bochornosa. Así que ya en el lío, después de perdida... al río.
Salí por entre la multitud saludando a todos el mundo como si fuera una Infanta de España, con la mano girando la muñeca y mirándoles a la cara. Mientras de reojo observé como Lucy se ponía los cascos y se apartaba cada vez más de mi. Me hizo más gracia todavía su actitud y empecé a cantar en alto el estribillo del "Vuelve a casa". Más feliz que una perdiz... jajaja, a tomar por culo. Yo soy asi.
Una vez en la zona exterior de aeropuerto, me puse a buscarla y allí estaba toda cabreada conmigo, diciéndome entre movimientos de manos que no podía creérselo y que cómo podía ser así. A ver, le dije: ¿a qué vengo yo a Madrid, a desconectar y divertirme? pues eso estaba haciendo.
No tengo la culpa de que ella no lo vea del mismo modo. Mi forma de ser va a mi ritmo, soy una persona que me rio sola de mis propias cosas, no necesito que me entiendan, ni siquiera que compartan conmigo esos momentos. Lo que tengo claro es que no voy a dejar de ser, o actuar como lo hago, porque los demás no sean como yo en ese aspecto. Me da igual si es mi hija, mi pareja o San Nani.
Porque después, toda esa gente que te ve como la persona rarita o incluso que no llegan a saber por dónde cogerte, hacen como mi Lucy. Que se desternillaba con las situaciones que vivimos. Pero ya de segundas, porque no son capaces, por vergüenza o miedo a ser juzgados, de vivirlas en primera instancia en el acto. Más tarde ya en casa, con la familia y amigos, Lucy no paró de contar y recontar las anécdotas vividas a mi lado. Incluso siguió rememorando el momento "llegada al aeropuerto" en el velatorio de mi tía. Donde gracias a ello hasta mi primo, con todo su dolor presente pudo desconectar un poco de su sufrimiento y se partió a carcajadas. Además de recordar y compartir también anécdotas divertidas que vivió conmigo cuando éramos jóvenes.
A veces también soy normal. Y me comporto y espero con tranquilidad mi turno para sacarme la foto que toca según qué... Como en la imagen de abajo a la izquierda (que por cierto el sitio no me pareció nada bonito). Soy más de la imagen de la derecha. Me gusta conocer lugares que me llaman la atención por cosas diferentes que el simple turismo común.
Nuestra estancia esa noche en Vallecas y a diferencia de la primera idea que cualquiera con dos dedos de frente se podría hacer, fue bastante buena. La familia que nos hizo de anfitriones, fueron muy amables con nosotras y nos trataron con mucha familiaridad. Cosa que yo agradecí especialmente. Porque soy de hablar y comunicarme con las personas. Nuestra habitación no era la única alquilada. Tenía dos más. Una con un matrimonio también hispano latino y la tercera con un señor de la misma cultura. Ellos solo nos saludaron educadamente cuando nos cruzamos en las zonas comunes como la cocina. Y he de decir que la estancia fue tan buena, que si vuelvo a Madrid me alojaré en el mismo sitio.
Eso sí, el barrio de noche es un poco... no sé cómo decirlo... no quiero ofender. Pero no es apto para todo el mundo. Las personas que nos cruzamos al volver después de haber hecho turismo nocturno en el centro, en su gran mayoría, eran de otras culturas y casi todos hombres. A pesar de que nadie se metió con nosotras (me refiero a cuando caminamos desde el metro atravesando varias manzanas hasta el piso donde nos alojamos) la verdad es que eché de menos mi navaja. Porque en ciertos momentos me sentí responsable de mi hija y me vi como un punto flaco en mitad de la calle. A veces nos cruzamos con pequeños grupos de hombres que se nos quedaban mirando y su forma de hacerlo me cabreaba mucho. Aun así las dos decidimos acortar camino cruzando por un escampada de aparcamientos, a oscuras, con la luz del móvil. Íbamos aguantando las risas nerviosas, porque era como meternos en la boca del lobo y querer salir sin un mordisco. Mientras atravesamos aquel terreno sin asfaltar y a oscuras, no podía dejar de pensar en los nombres de todas esas bandas latinas, de las que hablan en las noticias, cuando salen los sucesos de Madrid.
Le dije a Lucy que apagara el móvil, porque de ese modo se nos veía desde lejos. Y ella me dijo que si le robaban el Apple tenía seguro... con eso lo dijo todo. Para ella el único riesgo era perder el móvil. A mi en cambio me preocupaba no llevar nada encima con que defenderla, más allá de una bolsa de supermercado con latas de bebidas. Nos habíamos parado viniendo de vuelta a comprar para el día después y para comer algo al llegar al piso. Distribuí con destreza la compra por si tenía que usar la bolsa para golpear a alguien y me quedé con la que pesaba. La fui portando en mi mano dominante, hasta que con disimulo me agaché al entrar en el escampado y tomé una piedra que me pareció apropiada como defensa. Lucy se dio cuenta cuando cambié la bolsa de mano y al verme la piedra me empezó a recriminar de nuevo que no tengo arreglo. Por suerte mi marido no nos hizo una video llamada en aquel momento, si no le da un infarto ver por dónde estábamos yendo. Jejeje. Pues con todo y con eso, llegamos al piso sanas y salvas.
Vamos que no fue para tanto, un barrio de clase media social más. Eso sí, la gente tan a lo suyo y en mi opinión, "taaaaan mal educada" como es la mayoría de personas de la capital. Mi Lucy decía que era porque la gente no es tan habladora como en el sur. A mi desde luego muchos de los que me crucé en esos dos días, lo que me parecieron fueron unos putos maleducados, independientes a la latitud de donde fueron paridos o criados. Y no se salvó nadie, conductores, viandantes, comerciantes... te cuento los detalles en la próxima entrada, lo cierto es que no dejo de pensar que hay personas que da la sensación que no cagan por las mañanas y así van... jejeje...
Continuará...
Ah , mira ,
ResponderEliminarsegunda
entrega,
no está
mal .
Hombreeee😋para una vez que me sacan habrá que contarlo ,no? 😁😂😂😂
EliminarMe gusta tu manera de contar las cosas. Así que Vallecas..., un poco lejos del centro, pero para eso está el metro. Yo soy de Madrid, aunque llevo más de media vida lejos de la capital, y vivo en el Sur, como tú. En Madrid hay de todo, como en todas partes, mal educados y gente agradable. Yo voy con frecuencia a pasar un fin de semana, ver teatro y jazz sobre todo, y museos y paseos por el centro. Y los huevos de Lucio, claro.
ResponderEliminarEstaremos atentos a la continuación...
Abrazos!
La primera frase la recibo como un regalo muy bonito. Porque si me lo dice alguien tan culto como tú me siento halagada. Yo he ido tres veces a Madrid y las tres han sido de ir corriendo al ritmo de otros y me adapté como pude. Como soy tan frikona, soy capaz de divertirme y disfrutar de cualquier cosa. Pero esta vez me faltó tiempo para ver a la gente de allí que me importan. Te envidio por eso que comentas, hay obras en Madrid que me hubiese gustado ir a ver al teatro.
EliminarEl metro me gustó, nada que ver con el de aquí de Sevilla (que sirve para que se te descoloquen todas las vertebras), me recordó de algún modo al de París. Pero miarma, que malaje tiene la gente lo comento en el siguiente post.
Abrazo!!
En el otro post me contagiaste cierta desconfianza jajajajajaja pero al final resulta que volverías al mismo sitio si se da el caso de dormir en Madrid, qué bueno!!
ResponderEliminarLo de atravesar el descampado tuvo que ser bien fastidiado, ese prepararte para lo que sea ya da una idea de la tensión del momento, buf, menos mal que no paso nada.
No se debería de generalizar pero hay sitios en los que se repite el mismo patrón una y otra vez, por algo será digo yo ji,ji.
Me ha encantado leerte Mento, un besito!!
Claro, jajaja, es que a mi el presupuesto me da para poco más, jajaja. No, pero en serio, las personas fueron muy amables y el sitio era muy limpio y con extras que por el precio hay que verlo para creerlo.
EliminarLo del escampado fue una locura. Te lo digo de verdad, pero íbamos ya tan quemadas de andar que vimos la posibilidad de acortar camino y no calculamos el peligro. Por suerte no nos pasó nada. Porque como dices, es verdad que hay zonas que se repiten los patrones. Y en esa donde estábamos pasa como donde vivo yo pero con la droga, que cada vez que hablan las noticias es por temas de narcos y alijos.
Me alegra que te guste. En verdad yo solo hablo de mis tonterías porque no doy para mucho más, pero bueno, un ratito de desconexión siempre viene bien.
Beso!!