4. LOS DIAS DE LLUVIA.
“Y en este titubeo de aliento y agonía, cargo lleno de penas lo que apenas soporto. ¿No oyes caer las gotas de mi melancolía?.” (Rubén Darío). Siempre me gustaron los días grises y lluviosos. Me siguen gustando. Los días pasados por agua me devuelven a la vida. El olor a tierra mojada, el sonido del agua en el techo del coche. Cuanto más arrecie, mejor. Claro que en plan sensiblero y no en forma de Dana. No soy tan gilipollas. ¿Vale? Que habrá quien ya me esté deseando que me lleve también la corriente. Me gustaba ir a las fueras de la ciudad en mi Ibiza Disco. Pasarme horas con el asiento retrepado mientras la lluvia golpeaba la carrocería. Con la música suave. Fumar varios pitillos y sentir que nada más importaba más allá de esos instantes. Joder yo era feliz así. Mucho. Volvía a casa o con colegas que había quedado, mi ánimo era otro. Era como haber renacido de aquella burbuja de relax, vaho y humo. Y sí, cualquiera se atreve ahora a decir que le gustan los días recios de tormenta